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viernes, 10 de diciembre de 2010

Nadie sabe

Otra vez a mí la silueta de las bestias grises.
Como la de una historieta en blanco y negro.
Otra vez lloro sola en mi escritorio mirando el cielo como siempre tan gris.

Heladas en los pueblos y lluvias torrenciales.
Desastres naturales y hambre espiritual.

Como un eco infernal escucho una voz interna que dice: quiero escapar.
¿Cómo publicar estas palabras?
¿Cómo expresar tanta oscuridad?
¿Cómo decirle al mundo que yo también me derrumbo cuando el sol se va?

Ni ahogando la tristeza podrá calmar la tormenta.
El pozo no se cierra cuando cerramos la boca y nos tragamos las palabras.

Pero la señora Olguita cree que con sus rezos y oraciones se salvará y que con sus mentiras se morirá.

Elena no sabe que siempre me acuerdo de ella, y  que admiro sus carcajadas en tiempos de tempestad.

Mi madre no sabe que me quiero morir cuando estoy sola y que me gusta estar sola para desear morir.

Aquella no sabe que está perdonada pero que por su culpa mi cabeza sufrió.

Yo se que todos sabemos lo que es imposible, pero nadie sabe que sabiendo lo imposible podremos encontrar la forma de hacerlo posible.